miércoles, 9 de septiembre de 2009

MECANORRECEPCIÓN

En la vida animal, la Mecanorrecepción permite percibir la posición del cuerpo con respecto a la gravedad y mantenerlo en equilibrio. En general, los mecanorreceptores que intervienen en el mantenimiento del equilibrio son células sensibles y ciliadas similares a las que contiene el oído interno humano. Según el lado hacia donde se flexionan las cilias de estas células, la señal se traduce en información sobre la posición del cuerpo en el espacio.

En muchos invertebrados, los estatocistos son estructuras conformadas por una cámara revestida internamente por células sensibles ciliadas, rellena con un fluido y con un pequeño cuerpo sólido denominado estatolito. Cuando el animal cambia de posición, el estatolito se desplaza según la fuerza de gravedad y dobla las cilias de las células donde se apoya. Entonces, éstas se sensibilizan y generan una serie de impulsos nerviosos que informan al animal sobre su posición en el espacio.

Muchos crustáceos como los langostinos y los camarones, tienen estatocistos en la base de sus antenas. Si en uno de estos animales se reemplaza el estatolito por un trocito de hierro, al acercarle un imán puede lograrse que nade con el dorso hacia abajo.



Como los invertebrados, los vertebrados también tienen receptores del equilibrio. En estos animales estos mecanorreceptores están en el oído interno y están compuestos por células sensitivas ciliadas, conectadas con fibras nerviosas, líquido y pequeñas piedras llamadas otolitos.

A través de la Mecanorrecepción, muchos animales también pueden percibir vibraciones del medio que los rodea, al agua o el aire.

En los peces, los receptores de vibraciones son células ciliadas ubicadas en un canal a cada lado del cuerpo. En este canal sensorial, llamado línea lateral, está por debajo de las escamas y capta los movimientos del pez y las vibraciones del agua que producen posibles predadores o presas.


Muchos animales pueden percibir, reconocer y producir sonidos emitidos por los animales de su propia especie. La percepción de sonidos o audición es posible por la sensibilidad de mecanorreceptores específicos.

En los vertebrados, el oído es un órgano especializado en la percepción del sonido. Si bien todos tienen oído interno, no todos oyen. Los peces cartilaginosos y muchos peces óseos son sordos porque carecen de oído medio.

Algunos peces óseos, como los bacalaos y los arenques, poseen una cadena de huesecillos entre la vejiga natatoria, receptor primario del sonido, y el oído interno. Estos huesecillos funcionan como transmisores del sonido.


Mecanorrecepción en otros animales

En algunos animales, los receptores de vibraciones son células ciliadas ubicadas en ranuras longitudinales que contienen un fluido y que se abren al exterior mediante poros.

En los arácnidos que producen tela de araña, por ejemplo, estas ranuras u órganos en hendidura están en las articulaciones de las patas y en la región ventral del cuerpo. Cuando un insecto queda atrapado en la tela de araña, mientras intenta desprenderse hace vibrar el tejido. Estas vibraciones don detectadas por los órganos en hendidura que las arañas tienen en sus patas.

Algunos insectos adultos tienen receptores del sonido de estructura muy sencilla, compuestos por células ciliadas que captan vibraciones y pueden estar localizadas en cualquier parte del cuerpo. Otros insectos tienen un órgano receptor más complejo, el órgano de Johnson, generalmente ubicado en la base de las antenas de mariposas, abejas, avispas, hormigas, moscas y mosquitos.

En las antenas de los mosquitos macho, por ejemplo, este órgano detecta, entre otros, los sonidos emitidos por la hembra en vuelo. Esta percepción favorece su encuentro para el posterior apareamiento.

Otros insectos tienen pares de órganos timpánicos especializados, sensibles a las vibraciones sonoras o ultrasónicas, es decir, a frecuencias imperceptibles para el oído humano. Estos pueden estar localizados en el tórax como en las mariposas o en las patas en los grillos y saltamontes.

Algunos vertebrados poseen un oído medio que transmite y amplifica las ondas sonoras hacia la región acústica del laberinto. En el oído medio de muchos anfibios, de la mayoría de los reptiles y de las aves hay un pequeño hueso en forma de varilla, la columela, que transmite y refuerza las vibraciones desde la membrana timpánica hasta el oído interno.

Dentro del grupo de los reptiles, las serpientes no tienen tímpano ni oído medio, por eso se les considera sordas.

El oído medio de los mamíferos posee tres huesecillos transmisores del sonido: el martillo, el yunque y el estribo. También tienen oído externo con un conducto auditivo externo largo que finaliza en el tímpano.

Los insectos pueden producir una variedad de sonidos de múltiples maneras: algunos los producen golpeando ligeramente un sustrato sólido con la cabeza, otros mediante vibraciones de su cuerpo, chasqueando las alas cuando vuelan o por medio del frotamiento de una parte del cuerpo contra otra. Los insectos utilizan los sonidos como un medio de comunicación, principalmente antes del apareamiento, para delimitar su territorio y como un medio defensivo.

La bioacústica es una disciplina joven de la zoología que estudia la emisión (fonación) y la recepción de sonidos (audición) en la vida animal.

Los insectos pueden producir una variedad de sonidos de múltiples maneras: algunos los producen golpeando ligeramente un sustrato sólido con la cabeza, otros mediante vibraciones de su cuerpo, chasqueando las alas cuando vuelan o por medio del frotamiento de una parte del cuerpo contra otra. Los insectos utilizan los sonidos como un medio de comunicación, principalmente antes del apareamiento, para delimitar su territorio y como un medio defensivo.

La estridulación es un tipo de emisión de sonido característico de los machos de langostas y grillos, originado por el frotamiento de las patas traseras contra ciertas partes duras de las alas.

Los animales marinos como los peces, los pinípedos (lobos y elefantes marinos, entre otros) y cetáceos (ballenas, orcas y delfines) producen sonidos que intervienen en la comunicación, la defensa, la intimidación y la orientación.